Columna: Gestionando | Artículo: 1 | Autor: David Roberto Meza Padrón | Fecha: 30 de diciembre de 2024
Mi inquietud, que a la postre se convirtió en necesidad para escribir este artículo, surgió cuando un buen consultor de gestión de mantenimiento que a la fecha considero una persona cercana y que aprecio, al realizar el “kickoff” para un proyecto de TPM (Mantenimiento Productivo Total) en una empresa del sector Oil & Gas en donde colaboré, realizó comentarios que pudieron menospreciar el reciente esfuerzo realizado para obtener la certificación del SGC (Sistema de Gestión de la Calidad) bajo el estándar ISO 9001 por allá del año 2013; “entre líneas” podía entenderse que si nos sentíamos satisfechos por el logro “estaba bien”, pero que “no necesariamente habíamos conseguido ser más eficientes”; en ese entonces, con mente abierta como Supervisor de calidad (facilitador de la implementación del sistema de gestión) y entendiendo el rol del consultor para sensibilizar al equipo en el inicio del proyecto en pro de los objetivos inherentes, analicé la expresión como una hipótesis con alta probabilidad de certeza, quizá natural para un sistema de gestión “naciente”; cabe mencionar que el proyecto fue un éxito y que terminamos cenando en un restaurante cuando terminó el proyecto con la camaradería que hoy rodea nuestra comunicación.
A partir de aquellos comentarios iniciales del proyecto, me quedé con una ligera sensación de desacuerdo, sobre la tesis de que la certificación de un sistema de gestión de la calidad no necesariamente implica un aumento en la eficiencia de una organización, sin embargo, el propio estándar ISO 9001 refiere ampliamente a la eficacia y no a la eficiencia, entonces, tomé en mi rol de consultor y como parte de mi responsabilidad, hacer que los sistemas de gestión de la calidad impliquen y signifiquen eficiencia, lo promuevo y aplico en la consultoría, la auditoría y la capacitación. Este año, durante una “Masterclass” que recibía como parte de las materias para la certificación en Gobierno Corporativo, el ponente en turno hacía referencia a sus “highlights” como Consejero independiente de empresas e hizo énfasis en que, dentro de los consejos que había brindado a un empresario estaba algo como “no te recomiendo implementar ISO, si tus clientes no te lo solicitan, mejor implementa Six Sigma” y que, esta recomendación en conjunto con otras, marcaban la diferencia para “agilizar” los resultados. Después de varios años, teniendo este par de experiencias y sumando comentarios de otras discusiones enriquecedoras en diferentes mesas en donde se han hecho insinuaciones similares, considero pertinente cortar de tajo estas posibles presunciones y aclarar lo que son ISO 9001 y Six Sigma.
ISO 9001, de acuerdo con la propia página de ISO (www.iso.org), es una Norma Internacional que promueve la adopción de un enfoque a procesos al desarrollar, implementar y mejorar la eficacia de un Sistema de Gestión de la Calidad. Esta norma se compone de 10 apartados y, el número 10, se denomina “Mejora”, su cláusula 10.3 se denomina “Mejora continua”. Por su parte Lean Six Sigma, de acuerdo con información de Lean Six Sigma Institute (www.leansixsigmainstitute.org), es una metodología y se afirma también que es un poderoso catalizador del cambio positivo en las organizaciones, que cuando se aplica eficazmente, tiene el potencial de transformar todos los aspectos de las operaciones de una organización. Como Ingeniero Industrial y consultor de gestión y de negocios, puedo decir que he facilitado la implementación de sistemas de gestión de la calidad basados en la Norma ISO 9001, haciendo uso de la metodología y principios Lean Six Sigma.
Lo anterior, sin ahondar más en otros estándares de la familia ISO 9000, me permite llegar a conclusiones como las siguientes:
ISO 9001 y Lean Six Sigma no son comparables, porque la primera es una Norma (conjunto de reglas o criterios) y la segunda una metodología (modo ordenado de hacer).
ISO 9001 y Lean Six Sigma no “compiten entre sí”; el enfoque a procesos y hacia el cliente de ISO 9001, en conjunto con un cambio planificado, que puede ser disruptivo y positivo en la eficiencia de una organización utilizando Lean Six Sigma, pueden y deberían coexistir.
ISO 9001 y Lean Six Sigma son complementarias; por un lado la Norma ISO 9001 requiere que una organización mejore continuamente y, en complemento, Lean Six Sigma ofrece una metodología que puede ser parte de los procesos de la organización para incrementar su capacidad de agregar valor.
Los estándares ISO tienen como base estructural lo que considero la aportación de Edward Deming más relevante de su legado, el ciclo Planear - Hacer - Verificar y Actuar (PDCA o PHVA), que podríamos interpretar de manera simple como: planear para hacer, hacer lo planeado, verificar lo hecho y actuar sobre los resultados de lo verificado, esto último implicaría la mejora; en términos de los Sistemas de Gestión fundamentados en ISO, la gestión de una actividad, un proceso y de toda una organización, implica transitar necesariamente por estas cuatro etapas, que son cíclicas de implantarse adecuadamente. Si bien, hoy en día, los Sistemas de Gestión de la Calidad con base en la Norma ISO 9001 son los más certificados del mundo y es este el estándar de ISO (Organización Internacional para la Estandarización) quizá más referido de manera global, otros estándares ISO como los medioambientales, de seguridad y salud en el trabajo, antisoborno, etc. cuentan con la misma estructura y, por ende requieren de la mejora continua.
Durante mis apenas 15 años de experiencia interactuando con sistemas de gestión en Centro y Norteamérica, he percibido que algunas implementaciones pueden hacer proclives a los usuarios, integrantes y partes interesadas de la organización, para “no estar de acuerdo” con la implementación del sistema de gestión y, en consecuencia, a adoptar con cierta facilidad formas de pensamiento en donde se compare erróneamente la implementación de ISO versus metodologías como Lean Six Sigma u otras existentes; considero que lo anterior principalmente se da cuando los sistemas tienden diseñarse para “cumplir” con lo que pide el estándar o la norma ISO, y no necesariamente dotando al sistema de procesos prácticos, acuñados en herramientas que deberían ser parte de las buenas y mejores prácticas en la industria, alineados a la naturaleza de cada organización.
"...algunas implementaciones pueden hacer proclives a los usuarios, integrantes y partes interesadas de la organización, para “no estar de acuerdo” con la implementación del sistema de gestión..."
De acuerdo con información publicada en marzo de 2023 del blog de maestrías y diplomados del Tecnológico de Monterrey (blog.maestriasydiplomados.tec.mx/), Six sigma es una metodología de mejora de procesos que ayuda a las empresas a perfeccionar sus procesos de negocios; dicha metodología consiste en aplicar 5 pasos: Definir, Medir, Analizar, Mejorar y Controlar, lo que podríamos interpretar como definir lo que se quiere mejorar, medir las variables que servirán de base para determinar la mejora resultante, analizar los factores que afectan los resultados, determinar las acciones de mejora y mejorar los procesos con base en la información del análisis, para finalmente tener en control el proceso bajo los parámetros previstos y resultantes que hagan viable su estandarización; la metodología permite el control y reducción de variaciones en los procesos; comúnmente se usa en fabricación y producción, sin dejar de ser una opción para cualquier otro proceso, dado que por su naturaleza tanto son medibles como mejorables.
Los estándares ISO y las metodologías de mejora continua como Lean Six Sigma, la gestión de ideas de mejora, la gestión de proyectos, MOC (Management Of Change), entre otras tantas, pueden y deberían coexistir en las organizaciones, reitero; cabe señalar que el estándar ISO 9001 actualmente requiere que para los procesos necesarios se determinen sus métodos, criterios y controles; entonces aquí tenemos una invitación abierta a diseñar procesos de forma creativa, con bases de eficacia y también de eficiencia, con métodos fundados en información objetiva y también probados, a la medida de cada organización; el ciclo PHVA tiene una gran capacidad para adoptar el método DMAIC, su ADN es sumamente compatible; así que no me resta más que invitarte a hacer de los sistemas de gestión una herramienta para el funcionamiento eficiente de la organización, sin limitarse a la calidad, sino abierto a cualquier materia y, en cualquier caso, a hacer parte de los procesos que conforman dichos sistemas las metodologías más adecuadas.